El Ginkgo Biloba es un árbol originario de China, es la especie más antigua que se conoce (270 millones de años). Sus características son su belleza, sus poderes medicinales, su fortaleza y longevidad, llegan a vivir más de 3.000 años.

El botánico alemán Engelbert Kaempfer (1651-1716) estaba en Japón trabajando para la compañía de las Indias Orientales cuando, en 1691, descubrió ejemplares de ginkgo  vivos. Más tarde llevó semillas de  ginkgo   a Holanda y en el jardín botánico de Utrecht se plantó uno de los primeros ginkgos de Europa que todavía se encuentra allí.

Un año después del estallido de la bomba de Hiroshima, en la primavera de 1946, cerca de un kilómetro de distancia del epicentro de la expansión, un viejo Ginkgo destruido  y seco empezó a brotar, mientras que un templo construido frente al mismo fue destruido por completo. Para Hiroshima se transformó en símbolo del renacimiento y objeto de veneración, por lo que se le llama “Portador de esperanza” . El árbol fue documentado y fotografiado como el ginkgo de la bomba atómica de Hosenbo en Hiroshima. Después del desastre se despertó la curiosidad en la ciencia médica por estudiar las propiedades curativas del   Ginkgo Biloba

Sin embargo, desde tiempos ancestrales el  Ginkgo Biloba ha sido utilizado por la medicina tradicional china, japonesa e hindú. Hacia fines de los 50s la medicina occidental comenzó a estudiar sus usos medicinales. La Compañia del Dr. Willmar Schwabe produjo el primer extracto de las hojas en 1965. Elias Correy  de la Harvard University recibió el Premio Nobel de Química en 1990 por conseguir, entre otros logros, la total síntesis del Ginkgolide.

Ho entre todas las especies de plantas que existen, es considerado un “fósil viviente” y un muy preciado eslabón entre el presente y el remoto pasado.